Mamma Meryl, Ciao Paul!

Antes de transmitiros esa carcajada colectiva en que Meryl fue capaz de convertir una rueda de prensa, no puedo pasar por alto la desaparición del actor favorito de muchos de nosotros. Una vez más, nos quedamos sin un intérprete irrepetible, porque será difícil que alguien pueda ofrecer una filmografía tan variada, completa y con los mejores directores de toda la historia del cine. Paul Newman era, más que una estrella, un actor; uno de los pocos grandes que han sido capaces de llevar una vida privada discreta y alejada de los flashes de Hollywood, y eso a pesar de no ser inmune a las tragedias o de tener otras actividades exitosas fuera de las cámaras: Newman’s Own y los Hole in the Wall Camps, o las carreras de coches, una pasión de la que no hace tanto se retiró. Hace poco celebró cincuenta años de matrimonio junto a la mujer de su vida, Joanne Woodward, magnífica actriz que protagonizó casi todas las películas que Newman dirigió, destacando Rachel, Rachel y The Effect of Gamma Rays on Man-in-the-Moon Marigolds. Mencionar las películas de Newman y escoger las favoritas de entre todas ellas sería una labor de días y días y días… Las webs, los periódicos y las revistas darán toda clase de detalles biográficos y filmográficos. Yo aquí sólo quiero apuntar que es muy difícil escoger una película, pero esta tarde, en su honor, yo voy a ver THE STING (El golpe, George Roy Hill, 1973).

Las horas con Meryl

Por primera vez en muchos años me las he arreglado para ver de cerca a una de las más grandes. Confieso que hace años renegaba de sus trabajos, no sé por qué, quizá no comprendía ese meterse tan a fondo en la caracterización de sus personajes, pero con el tiempo y con la llegada de papeles comprometidos y sorprendentes (The Hours y Adaptation, por mencionar dos recientes), he valorado cada vez más no sólo sus dotes interpretativas, sino su habilidad para escoger personajes. Echad un vistazo a la rueda de prensa y a la ceremonia de entrega del premio Donostia 2008 a Meryl Streep. Actos breves, divertidos y emocionantes, en los que te das cuenta de lo mucho que ha dado de sí su carrera y lo que le queda todavía por aportar. Pocos video-clips pueden compilar tantas grandes películas como las de la filmografía de una mujer que parece estar viviendo siempre en la plenitud de su carrera, a pesar de que, como ella bromeaba, lleva planteándose desde los cuarenta años que «éste es mi último año en el cine». Ella estuvo así de cerca:

De Meryl hay que destacar esa afición suya a indagar en el personaje adoptando acentos digamos exóticos (su famoso «I had a farm in Africa») y esa habilidad para representar auténticas sufridoras (en The French Lieutenant’s Woman, Sophie’s Choice, entre otras) o coquetear con la comedia (la reciente Mamma Mía). Si buscamos un epíteto, el viernes alguien propuso «versátil» y estoy totalmente de acuerdo, pero sería inexacto sin otros adjetivos como «divertida», «bromista» y «sensible». Lo que ha terminado por conquistarnos es esa amabilidad no fingida, como si ella se tratara de nuestra vecina de enfrente que sale pitando de casa para llevar a los niños al cole. Muchos de nosotros nos emocionamos minutos antes de que ella bajara las escaleras del escenario para recoger su premio, mientras en las pantallas podíamos ver un resumen demasiado comprimido con sus grandes personajes, de la Jill Davies de Manhattan a la Donna que en Mamma Mía! canta un rendido «The winner takes it all«, pasando por Karen Blixen de Out of Africa, o su papel de cantante country en el último film de Robert Altman, A Prairie Home Companion. Un currículum que, como nos contó, a veces tiene que repasar cuando comparece ante la prensa, porque entre embarazo y embarazo, le quedan por ahí algunas lagunas… Qué mujer.