Surfero Viertel, corazón Kerr

Inesperada la noticia de la muerte de Peter Viertel. Novelista, guionista, surfero y compañero de la recién desaparecida Deborah Kerr. Echando un vistazo a la imdb parece que este hombre haya pasado como de puntillas por todo. Pero nada más lejos de esa impresión. Su madre, Salka Viertel, actriz, escritora e íntima amiga de Greta Garbo; su padre, Berthold Viertel, también escritor; ambos huyeron de la Alemania nazi hacia la América de las oportunidades y se dedicaron a la producción teatral y cinematográfica. Por la casa de los Viertel pasaron Bertolt Brecht y Thomas Mann, y después de la II Guerra Mundial, se dedicó a la escritura de guiones para cine, para poder mantener su carrera como novelista. Dicen que Hubbell Gardiner, el personaje encarnado por Robert Redford en The Way We Were, está inspirado en la vida de Viertel con su primera esposa.

Como cinéfila comprendí la importancia de Viertel cuando a principios de los noventa vi la estupenda versión cinematográfica de su novela White Hunter, Black Heart. En ella se recrea la atmósfera del rodaje de la película de John Huston, The African Queen, fascinante historia Bogart-Hepburn que no deja de engancharme una vez al año a la pantalla. No estaría de más revisar alguna de sus novelas que seguramente encontrarán a partir de hoy su oportuna reedición.
Menos popular es la contribución de Viertel en el inicio de la práctica del surf en la costa vasca, especialmente en Biarritz, a donde el escritor llegó con su tabla en 1957 (en la foto, la tabla del escritor es la de la izquierda, la de la derecha al parecer era de Richard Zanuck). Viertel también se ha dejado ver en San Sebastián, no en vano era parte de ese ritual del norteamericano que seguía los pasos de su amigo Hemingway, entre Madrid, Pamplona, Donostia y Biarritz. De hecho, es suyo el guión de The Sun Also Rises, producida por Darryl F. Zanuck, y que pudimos ver recientemente en Donostia y en el Doré madrileño. Hacía muchos años que el escritor vivía entre Marbella, donde ha fallecido, y un pueblo de Suiza. Sólo hace unas semanas éste expresaba a la prensa el lamento por la pérdida de su gran amiga, su esposa.
Aprovecho la entrada para cambiar de tercio y hablar de la última de Woody Allen, Cassandra’s dream, inspirada nuevamente en Crimen y Castigo (nueva vuelta de tuerca al sentimiento de culpa), de Dostoievski, y con un barco que inevitablemente me lleva a recordar a Delon y Ronet en Plein Soleil. La película no está mal, pero le sobran veinte minutos y provoca que el final no sorprenda, sino casi alivie. La banda sonora de Philip Glass evocaba quizá demasiado a la de The Hours. Pero tampoco está tan mal como avisaban las crónicas desde Venecia. El problema de hacer obras maestras como Match Point es que las siguientes películas, si no la alcanzan, resulten menores o simplemente decepcionantes. Vista sin todos esos prejuicios, la última de Allen es una buena película. Personalmente, sigo admirando la capacidad del neoyorkino para estirar sus leit motivs y hacer con cada uno de ellos media docena de películas diferentes e interesantes.