Siegel, Zinemaldia 22 de septiembre
Ya hemos pasado el ecuador. Objetivo: llegar en forma al sábado. Los invitados van y vienen, la verdad es que nosotros, desde la trinchera, desde la butaca del cine, nos enteramos poco de todo el glammour que se destila entre las ruedas de prensa, los photocalls y demás eventos de copetín. Yo, donde me lo paso verdaderamente bien, es a pie de pantalla, aprendiendo cosas nuevas, en contacto con el público, con los amigos que acuden a las salas, con los que han seguido mis recomendaciones; disfruto con los comentarios entre película y película, con el café bebido a toda prisa para mantener el ojo abierto en esa cuarta sesión que tanto pesa.
Hoy hay más sesiones que controlar. Aclaro una cosa, no sólo hay estos pases, apunto aquí los que están a mi cargo, en principio porque lo veo casi todo (sólo hay un par de títulos que no hay manera de encajar en mi agenda). Insisto en que todo sobre el festival está en la estupenda web del Zinemaldia, y ahí encontraréis información completa sobre esta retrospectiva y todo lo demás, claro.
- Stranger on the Run (TV), western con en grandísimo y admirado Henry Fonda
- The Black Windmill, una de espionaje con Michael Caine
- Spanish Affair / Aventura para dos, algo de folklore con Carmen Sevilla, sí, la misma, jovencísima.
Observando las películas de Siegel a este ritmo a veces se pierde la perspectiva, pero por otro lado en una misma jornada se puede asistir a cuatro momentos en su obra que pueden resumir toda una trayectoria.
Lo que ayer comprobé es que el trabajo en televisión de nuestro director clásico se benefició de la economía y eficiencia de sus recursos. Siegel era muy rápido rodando y muy efectivo. El tratamiento de The Killers tenía narrativamente bastante que ver con el telefilm The hanged man. Los planos, ángulos y movimientos de cámara son de gran eficacia. Con frecuencia son lo que aporta la calidad cinematográfica a lo que podría ser un argumento del montón. Así, en THE LINE UP, toda la secuencia final adquiere emoción gracias a la geometría de la autopista, que propicia un claro «no hay salida». A propósito, qué maravilla tener por fin a Eli Wallach en un papel protagonista.