Propósitos, rataplanes y las chicas Gilmore

Ataco de nuevo. No es fácil hacer que coincidan el tiempo libre, la inspiración y las ganas de escribir, de ahí mis prolongadas ausencias. Pero para este recién estrenado año me hago el propósito de frecuentar un poco más este blog. Bueno, el año pasado publiqué más que el anterior, así que por qué no seguir con esta progresión, me pregunto. Es sólo cuestión de disciplina.

También me he hecho el propósito de comer mejor (y menos y de forma más ordenada), hacer más deporte (bicicleta, piscina, monte) y leer más (algo que no sean ladrillos informáticos, por favor).

[Breve pausa para reflexionar sobre la autenticidad y credibilidad de todos estos buenos deseos que tenemos para nosotros mismos en plena cuesta de enero].

Bien, pasemos a los rataplanes. 20 de enero, San Sebastián y tamborrada. Cenita con los amigos, tambores y marchas de Sarriegui. Mi sobrina en la tamborrada infantil. Es una bonita fiesta y los donostiarras la disfrutamos porque sólo dura un día, que ya es suficiente. Cae en sábado, supongo que la ciudad se llenará de gente de fuera.

[Como la mayoría de vosotros conocéis de sobra la fiesta, no merece la pena desperdiciar tiempo libre, inspiración y ganas de escribir en el asunto].

Y llegamos a las chicas Gilmore. Me las descubrió Jose y desde entonces las devoro capítulo a capítulo en DVD. Me explico. Gilmore Girls es una serie de televisión de las de culto, ya que por horarios y calendarios ha pasado (y está pasando) por nuestras pantallas como de puntillas (TVE la está emitiendo entre semana, por la mañana). En Estados Unidos van por la séptima temporada* y su continuidad en estos momentos está pendiente de la audiencia, como siempre, y es que llegados a un punto el público es muy difícil de sorprender y se cansa de todo.

En nuestro país nos encontramos con cinco temporadas editadas en DVD. La sexta ya se puede descargar de Internet (me apunta Jose que en dual). Y no tardará en llegar aunque sea sólo en versión original la séptima. Es importante eso de la dualidad lingüístico-sonora, porque es una delicia la versión original, pero los diálogos son tan rápidos e irónicos que hay que estar atentos a la versión doblada para captarlo todo y no perder ripio (por otro lado, la versión en español está bastante lograda).

Puestos a describir la historia de las Gilmore, Lorelai madre y Lorelai (Rory para todo el mundo) hija, son dos chicas jóvenes y valientes que viven en un (supuesto) pueblo de Connecticut, Stars Hollow, que para que nos entendamos es como el añorado Cicely de Doctor en Alaska versión Nueva Inglaterra. Vamos, un microclima con personajes pintorescos, cada uno con su carácter, su mundo, sus neuras, sin desperdicio. Los diálogos son estupendos, las situaciones a veces rozan lo hilarante, la historia ha ido in crescendo desde el primer capítulo. Hay que destacar el buen trabajo no sólo de sus protagonistas, Lauren Graham y Alexis Bledel, sino también de toda la legión de secundarios que pueblan ese pequeño cosmos tan particular entre Hartford y Yale.

Ya voy por la quinta temporada*.

*Temporada. Hasta hace bien poco era un concepto muy poco usado por la audiencia en el sentido televisivo. Ahora todos decimos “me he bajado la cuarta temporada de Friends” o “ya ha salido en DVD la segunda de Perdidos”. Será porque nuestras teles nos tenían tan acostumbrados a mostrarnos todas esas series de manera desordenada, sin continuidad, casi aleatoria y con repeticiones; vamos, como se emiten los Simpson por Antena 3. Ahora que el mundo audiovisual se ha dado cuenta del gran filón que hay con la comercialización de las series de TV, se ordenan por temporadas, y éstas hasta por capítulos. Ay, la ciencia adelanta una barbaridad…