Liza with a K
Tras la experiencia de escuchar a Dianne Reeves en la sala de cámara del Kursaal y sólo minutos más tarde a Diana Krall en el auditorio, llega el plato fuerte, la clausura. Liza, con Z, con todo su bagaje de estrella, de hija de estrellas, y con todo lo de leyenda negra que le ha ido acompañando. Como ocurrió con el concierto de Barbra hace un año, es mejor no hacerse ilusiones, no esperar nada, dejarse llevar y emocionarse, de esa manera el concierto al que asistes termina siendo inolvidable.
La diferencia es que Barbra ha llegado hasta hoy en forma, ha sido retratada más por sus romances, excentricidades y activismo político que por otra cosa, y es que no parece ser de las que hayan ahogado sus penas en el alcohol precisamente. Pero Liza siempre ha arrastrado el talento y también el destino trágico de su madre. Ser hija de Vincente Minnelli y Judy Garland ha sido un privilegio indiscutible, y conociendo su trayectoria y la de su madre no dejamos de ver que cada día se parece más a la pequeña Frances Ethel Gumm.
Esta mañana he dado un largo paseo por la ciudad escuchando en el iPod Judy Garland and Liza Minnelli Live at the London Palladium (1964), que con Judy at Carnegie Hall (1961) son dos de mis álbumes favoritos. En ese mano a mano con su madre, Liza tiene apenas 18 años y promete. De hecho, triúnfa en Broadway (Flora, the red menace) y no tarda en irrumpir en el cine con esa delicia de película, The Sterile Cuckoo (1969), tan difícil de conseguir si no es gracias a la generosidad de las redes p2p. Y llega a la cumbre de la mano de Bob Fosse (qué grande) que le regala el papel de Sally Bowles en Cabaret (1972).
En adelante, New York, New York de Scorsese y el especial para TV Liza With a Z, así como su intervención en Arthur y Stepping Out serán lo más reseñable de su carrera, que terminará centrándose más en los espectáculos en directo (giras con Sinatra y Dean Martin). A finales de los 80 los Pet Shop Boys la relanzan a las listas de éxitos: producen el álbum Results, del que hay que destacar un tema de Sondheim (¡de rodillas!), Losing My Mind, extraído de su musical Follies.
(Como es de esperar, a mí me sobran los Pet, los Shop y los Boys… y prefiero otras versiones, como la de Tim Curry o ésta de Miss Peggy Lee)
Esta tarde, a las ocho y media, Liza en el Kursaal