Gravity

En el espacio, a seiscientos kilómetros de altura sobre la tierra, se experimentan temperaturas extremas. No hay oxígeno; no se propaga el sonido. Con una visión espectacular de la tierra desde ahí arriba y acercándose la imagen al transbordador espacial se inicia una de las secuencias visualmente más innovadoras, especiales y elegantes con que se abre una película.

Resulta significativo que un film que se apoya casi al 100% en los efectos especiales no repela por esa misma razón. Y es que Cuarón no utiliza la tecnología y la posproducción para dejarnos boquiabiertos con el despliegue de medios, sino que los pone al servicio de la historia. Es capaz, con ello, de contagiar angustia, claustrofobia, miedo, frío, tensión; y, a la vez, nos coloca a esos seiscientos kilómetros de altura y flotamos, contemplando maravillados esos amaneceres y atardeceres, el mapa de luz eléctrica de nuestro mundo, la belleza de una borrasca o la vocación esférica del planeta.

Por una vez, y sin que sirva de precedente (miento, por segunda vez, la primera fue viendo «Pina»), el efecto tridimensional tiene una función narrativa; cada uno de nosotros es un espectador flotante, ingrávido, podemos percibir la visión de las cosas tras la escafandra donde no todo es perfecto, entre los arañazos y el vaho. Qué difícil resulta la precisión en el vacío, controlar la herramienta, controlarse uno mismo.

Intuyo que el trabajo de los actores no ha sido fácil. Y que, a la vez, no les habrá resultado difícil sentir esa claustrofobia que debe de dar estar embutido en un traje de astronauta o recluído en una cápsula espacial, aunque ellos estuvieran en un cajón-croma. Pocos momentos hay para disfrutar del amigo Clooney, salvo esa carga irónica-cómica con la que con frecuencia engrasa a sus personajes dramáticos. En cuanto a Sandra Bullock, quien escribe no es nada fan de la actriz y, sin embargo, en esta ocasión debo decir que hace un trabajo digno, en especial en la primera mitad de la película, da igual que apenas distingamos que se trata de ella dentro de su traje.

Otro elemento que hay que resaltar dentro de la tecnología integrada en la narración es el tratamiento del sonido; del ruido y del silencio, especialmente. Es posible que por una vez se parezca en algo a lo que se experimente allí arriba.

No busquemos más allá de una historia de aventura de supervivencia; es un entretenimiento que, además, ofrece deleite visual. Noventa minutos (la duración ideal de toda película que tenga el objetivo de dejar al espectador satisfecho) en los que uno se aferra a su butaca como George Clooney a su módulo extravehicular.