The happy ending


La filmografía de Brooks arranca con Crisis, una historia lamentablemente vigente (no tanto por la crisis del título en sí, sino por un argumento que se sigue repitiendo). Y con la llegada de la clausura del Festival, tenemos el placer de contemplar las últimas películas del director, que encierran mucha amargura y cierto regusto pesimista.

En estos días he visto sus grandes clásicos, los títulos más conocidos, y he podido ver películas para mí inéditas, como Looking for Mr. Goodbar o The happy ending. La primera nos presenta a una Diane Keaton en pleno apogeo de su colaboración con Woody Allen, rescatada de la comedia neoyorkina para interpretar un papel en un registro completamente diferente. Brooks se aleja, precisamente, de los «happy endings» (finales felices) y resuelve sin contemplaciones una historia en la que se critica desde el fanatismo religioso hasta la nocturnidad, las drogas, la violencia, pero también aludiendo al egoísmo, a la incapacidad de comunicación y a la doble vida de los personajes. Me quedo con una frase que dice algo así como «my parents think I pee perfume» (mis padres creen que meo perfume) y que retrata perfectamente el drama de las apariencias y del invisible sufrimiento real.

Con The happy ending me he llevado una gratísima sorpresa. A veces leer críticas negativas nos hace descubrir una película mucho más valiosa de lo que esperamos. De hecho, es una historia de un género muy parecido al de mi película favorita, Two for the road, si es que podemos calificar la «crisis matrimonial» (otra vez la palabrita) como subgénero tragicómico o, en este caso, puramente dramático.

The happy ending, además de retratar la crisis de los cuarenta, en cierto modo alude al tormentoso matrimonio de Brooks con Jean Simmons (protagonista de la película), una actriz espléndida a la que la llegada a la madurez y la ausencia de ofertas le sumergieron en una depresión que le llevó a la bebida. La película fue un fracaso y las críticas no la acompañaron, sin embargo a mí la historia me pareció un argumento tan antiguo como actual, siempre vigente, con un tratamiento visual diferente, poco convencional. Como Donen, recurre al flashback para ir dosificando la narración convenientemente, pero quizá fracase en la puesta en escena, no puede competir con la brillantez con que Two for the road fue concebida y carece del carisma y la química de Audrey Hepburn y Albert Finney.

Otro elemento interesante de la película es la banda sonora de Michel Legrand y uno de los mejores temas que ha compuesto junto con los letristas Alan y Marilyn Bergman: «What are you doing the rest of your life?» (¿Qué vas a hacer el resto de tu vida?); es el happy ending con el que arranca la historia; una boda que, en las películas, supone el «y comieron perdices», un «no hay más allá» del final feliz pero tras el cual Brooks hace una elipsis de quince años y descubre un botín de vodka y tranquilizantes. De repente «lo que vas a hacer el resto de tu vida» se convierte en una losa pesada que provoca una reacción en el personaje de Simmons.

Las bandas sonoras de las películas de Brooks no vienen firmadas por cualquiera: Maurice Jarre, Quincy Jones, Alex North, André Previn, Miklós Rózsa, el mencionado Michel Legrand… y con una preferencia evidente hacia los ritmos del jazz, que son los que ayudan a ilustrar The Blackboard jungle, por ejemplo (aunque arranca y acaba con un rock-and-roll) o $ (Dollars).

También quiero resaltar como un descubrimiento agradable The catered affair, con la siempre inmensa Bette Davis y Ernst Borgnine, una película que está inédita en DVD, descatalogada en VHS, pero que os recomiendo busquéis por los rincones de Internet, porque merece la pena verla.

Y con esto… os he resumido a duras penas la retrospectiva de Richard Brooks. Buscad en el videoclub The professionals (recientemente editada en BluRay para los más modernos), Bite the bullet y The cat on a hot tin roof, son ideales para las tardes de otoño e invierno. Y otro día, con más calma, repaso película a película lo visto. Mucho y casi todo muy bueno.