Siegel, Zinemaldia 21 de septiembre

Las sesiones entre semana son más tranquilitas. El público de las retrospectivas clásicas, además, es casi siempre el mismo. Es tranquilo y aprecia la oportunidad de ver en la pantalla grande un tipo de cine que hoy está arrinconado en las filmotecas, que a duras penas recuperan los canales temáticos y que a veces ni siquiera puede encontrarse en soportes comerciales como el DVD. Ver estas películas en una sala, a oscuras, en pantalla grande y versión original, es una experiencia que no puede compararse con verlas en un televisor. En estos quince festivales que llevo a mis espaldas, ya conozco a muchas de las personas que fielmente cada año vienen a verlo todo, o lo que pueden, o lo que su apretada agenda festivalera les permite. Y de vez en cuando llega alguna cara conocida, viendo «Black Narcissus» de Michael Powell estuvo su gran admirador, Francis Ford Coppola. Johnathan Demme vino a ver una de Ernst Lubitsch. Vargas Llosa vio unas cuantas clásicas cuando estuvo aquí como presidente del jurado oficial. La retrospectiva clásica atrae a la gente cinéfila, a los que desean disfrutar con una buena historia al margen de todos los avances técnicos que nos brinda el cine actual.

Y hoy disfrutaré viendo…