Breve encuentro, grandes expectativas

briefencounter.jpgLa suerte de ver una retrospectiva en el cine tiene la virtud de convertir la sesión en algo nuevo. No importa que una se sepa la película de memoria, la experiencia de verla en el cine por primera vez contagia de primicia a la historia y el despliegue de los fotogramas a lo ancho y largo de la pantalla del Principal propicia el descubrimiento de detalles, a veces no tan pequeños, en los que no habíamos caído. Brief Encounter (Breve encuentro, 1945) es una película que, pese al paso del tiempo y a la transformación del papel de la mujer en la familia, mantiene todo su encanto. Es una historia en la que hablan más los gestos y las miradas que las palabras. El tren de nuevo, o mejor aún, la estación de tren, es el punto de encuentro de los que van y vienen y, por casualidad, coinciden. De una forma no buscada, casi no deseada, dos personas descubren que fuera de la rutina -una rutina sin problemas ni altibajos- existe algo que devuelve emoción a sus vidas. Es una historia contada de mil maneras por la literatura y el cine, y en este caso (y como apuntaba el amigo Chema en una entrada anterior), ha tenido dos discutibles remakes, uno para televisión (confieso no haberlo visto) con Sophia Loren y Richard Burton, y el más reciente Enamorarse. Sin embargo, ninguna de esas versiones ha sido capaz de mostrar un enamoramiento con un leve movimiento de cámara como ocurre en la versión de Lean.

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GreatExpectations.jpgGreat Expectations (Cadenas rotas, 1946) es otra vuelta de tuerca al enamoramiento. Basada en la obra de Dickens, contrapone una atmósfera misteriosa a el lujo alegre del Londres de la primera mitad del siglo XVIII, en el comienzo de la época victoriana. La atmósfera de la novela está perfectamente reflejada en ese contrapunto de ambientes. Después de revisarla la semana pasada, me quedo especialmente con la primera parte de la película, la niebla, el cementerio, la presentación de Pip, la aparición del prófugo y la entrada del niño en la mansión decadente de Miss Havisham. Una magnífica puesta en escena y una fotografía en blanco y negro que es capaz de reflejar el espíritu de la historia de Dickens, pese a que se altera considerablemente el final de la novela con un desenlace más optimista. Hay un remake de la historia más reciente, dirigido por Alfonso Cuarón y bastante peor tratado por la crítica, pero que a mi modo de ver sigue siendo interesante, sobre todo por la presencia de una de las grandes, Anne Bancroft, en el papel de Miss Dinsmoor (or Miss Havisham en la historia original).

El espíritu de Dickens sigue sobrevolando el Teatro Principal. Mañana llega Oliver Twist, otra de las novelas del autor que ha tenido varias versiones en teatro y cine, incluso musical.