Billie Jean is not my lover

No sé si es casualidad: hace dos meses soñé que Michael Jackson se había muerto. El sueño era muy real. Cada mañana, la radio se enciende para evitar que el pitido del despertador me trepane el cerebro. Cuando ocurre, se empieza a activar mi cerebro y me voy despertando poco a poco. Hay días en que una noticia me despierta de golpe; otros días me mantengo en leve letargo escuchando las malas noticias habituales o los aburridos y vacíos discursos de los políticos. El sueño era tan real que tenía su propia versión del Hoy por hoy; ya no llego a recordar o distinguir más detalles, pero es probable que por esos vericuetos oníricos era Gabilondo quien daba la noticia; lo que sé es que cuando me desperté de verdad, lo hice convencida de que la noticia que había escuchado en sueños era la muerte del rey del pop.

Esta mañana la noticia ya no era fruto de mi imaginación; y debo decir que, si bien me apena, no me ha resultado extraña. Una persona que vive en el rancho «País de nunca jamás» (Neverland) y que ha hecho todo lo posible por recuperar la infancia que no tuvo, no podía llegar a viejo. Creo que todos, más o menos, intuíamos que nunca lo veríamos envejecer. Y me he acordado de aquel día del verano del 77 en que nos levantamos con la noticia de que Elvis se había muerto.

Me quedo con el Jackson de «Off the wall» y, cómo no, «Thriller». Me quedo con «Billie Jean» y «Beat it», con el video-clip de «Thriller», que, como el álbum, cambió el concepto de la promoción audiovisual. Me quedo con el «ABC» de los Jackson Five. Y me sobran todas sus extravagancias. Una pena no haber podido verlo en directo sobre el escenario en sus años de gloria, porque debía de ser todo un espectáculo.

Otro juguete roto… y a partir de ahora nuevos culebrones, herencias, sucesiones, especulaciones. Para acabar con una sonrisa, los Jackson Five en el Show de Carol Burnett: